Si bien la pandemia de COVID-19 trajo enormes desafíos para las comunidades de los Estados Unidos, también fue un momento que unió a las personas y mostró el poder de la cooperación, la creatividad y la resiliencia. Cuando llegó la pandemia en marzo de 2020, las organizaciones comunitarias en el área de Boston dieron un giro casi de la noche a la mañana para brindar una respuesta de emergencia y se movilizaron para satisfacer las necesidades de los grupos vulnerables, incluidos los hogares de bajos ingresos, las personas de color y los inmigrantes.
En el verano de 2021, reunimos a 8 organizaciones comunitarias del área de Boston para un proyecto de investigación de acción comunitaria financiado por AmeriCorps con el propósito de evaluar cómo estos grupos adaptaron sus enfoques de organización y participación comunitaria en ese momento tan difícil de cambio e incertidumbre. Estamos felices de publicar nuestro informe final: Enraizados e Interconectados en la Pandemia. Este informe explora los desafíos y oportunidades que enfrentan estas organizaciones y hace recomendaciones para otros grupos incluyendo a gobiernos, financiadores y proveedores de servicios sociales que se encuentren en situaciones similares. El reporte está basado en los resultados de dos reuniones grupales, entrevistas con el personal y datos recopilados de cada organización. Descargue el informe aquí en inglés y español.
Descubrimos que, aún, cuándo las organizaciones comunitarias enfrentaron desafíos importantes durante la pandemia de COVID-19, desempeñaron un papel fundamental como socorristas y aprovecharon sus redes y conexiones profundas para coordinar respuestas colaborativas que literalmente estaban salvando vidas. Se convirtieron en un puente vital entre los grupos más vulnerables y el gobierno, los financiadores y las agencias de servicios sociales más grandes. Debido a que ya tenían redes profundas y relaciones de confianza en sus vecindarios, podían adoptar un enfoque interseccional y fundamentado para las soluciones. Convirtieron sus edificios en despensas de alimentos y organizaron redes de ayuda mutua que ayudaron a cubrir las necesidades de más de 10,000 familias semanalmente. Apoyaron a miles de personas a que pudieran acceder a asistencia de vivienda, oportunidades de empleo, ingresos para trabajadores que perdieron sus trabajos y pruebas y vacunas de COVID. Proporcionaron servicios lingüísticos para superar las barreras lingüísticas de los sistemas de servicios existentes. Crearon nuevos fondos de ayuda para los distritos electorales que no pueden recibir ayuda pública.
Los grupos tuvieron que ser creativos e crear nuevas formas de involucrar a sus comunidades durante la pandemia. Si bien desarrollaron la capacidad para participar a distancia, también realizaron controles de bienestar por teléfono y utilizaron las redes sociales para contrarrestar la desinformación sobre el COVID y las vacunas. Comenzaron a integrar la provisión de recursos muy necesarios con la participación de personas para ayudarse mutuamente y participar en acciones colectivas, cambiando una cultura de caridad unidireccional hacia una cultura de solidaridad, mutualidad y reciprocidad.
Un aprendizaje clave de este informe es que “muchas de las soluciones ya están en la comunidad”, en palabras de un líder de las organizaciones comunitarias. Actualmente, podemos estar experimentando otra fase de la pandemia, pero sus impactos aún se sienten. Las organizaciones comunitarias en el área de Boston no quieren volver a la normalidad. Más bien, se están reconstruyendo mediante el fortalecimiento de las infraestructuras de atención y participación comunitaria